Sabíamos que el golpe era inminente y el 11 de septiembre me desperté muy temprano. Me pasaron a buscar algunos compañeros y recorrimos varias poblaciones donde teníamos que limpiar varias cosas. Luego me vine a mi departamento con Wladimir Morales, que ahora es un pintor muy famoso, y nos pusimos a comer mariscos que había comprado en las afueras de la iglesia de La Matriz. Como a las cinco de la tarde un destacamento de infantes de marina desembarcó desde lanchas que llegaron a la playa de Las Torpederas y empezaron a allanar un gran sector de Playa Ancha. Llegaron a mi departamento, andaban con sus caras pintadas y armados para una guerra. No encontraron nada y se fueron. Más tarde llegaron los carabineros y luego los milicos, en allanamientos sucesivos. La cuarta vez nos detuvieron carabineros que vivían nuestro mismo edificio. Nos amarraron y nos subieron a la parte de atrás de una camioneta que nos llevó a la explanada que está al lado de la Escuela Naval, donde había mucha gente.
Luego nos llevaron a la comisaría de Playa Ancha y cerca de la medianoche al muelle Prat, donde estaba anclado el buque Maipo, que pertenecía a la Sudamericana de Vapores, empresa que se lo facilitó a los marinos.