El martes 11 de septiembre, cuando los tanques ya rodeaban La Moneda, Quintana, ignorante de lo que ocurría, llegó a la comisaría del paradero 26 de Gran Avenida a pedir protección para repartir alimentos en la JAP. Los carabineros lo quedaron mirando fijo y le dijeron que mejor se fuera para su casa, antes de que decidieran detenerlo. Poco después llegó un contingente de la FACh a allanar su domicilio. El suboficial que iba a cargo conocía a la familia; su hermana había trabajado como empleada en la casa de los Quintana. Se retiraron tranquilamente. Días más tarde volvieron, esa vez al mando de un oficial. Buscaban cubanos, quienes, según informes recogidos entre algunos vecinos, llegaban con frecuencia a esa vivienda. Braulio Quintana les explicó que no eran cubanos, que eran unos amigos uruguayos vinculados al rubro farmacéutico que conocía por su trabajo. Los hijos del dueño de casa eran amigos de los hijos del comandante de la FACh Fernando Mujica, subdirector de la Escuela de Especialidades y vecino del barrio, lo que ayudó a que el oficial que buscaba cubanos aceptara las explicaciones y se marchara.
Braulio Quintana de la Fuente falleció en noviembre de 2009. Sus hijos, Marcela y Braulio, recordaron algunos aspectos de la vida de su padre.