» Isidoro Carrillo

En 1960, Isidoro Carrillo era un joven pero ya respetado dirigente sindical de los mineros del carbón. Encabezó ese año una huelga sin precedentes en la historia de Lota, que duró 96 días. Obreros de diferentes ciudades y provincias de Chile enviaron todo tipo de ayuda a la zona del carbón para respaldar a los mineros que hacían ollas comunes en las calles. En el apogeo del movimiento se produjo un violento terremoto, con epicentro en Valdivia,  que destruyó gran parte del sur del país y dejó miles de víctimas humanas los días 21 y 22 de mayo. El presidente Jorge Alessandri llamó entonces a los mineros, “en aras del patriotismo” a salir a trabajar, sin pronunciarse sobre sus demandas. En respuesta, los dirigentes de la huelga exhortaron a 35 mil mineros a emprender una marcha a Concepción, caminando unos 40 kilómetros. Muchos mineros iban acompañados de sus mujeres e hijos adolescentes. A la cabeza de las columnas de mineros iba Isidoro, junto a Clotario Blest, Alberto Jerez, Jorge Montes Moraga y otros dirigentes sindicales, políticos y sociales.

Aquel movimiento sindical tuvo varios hitos: fue, por ejemplo, una huelga donde las familias mineras se desprendieron de sus hijos, los cuales fueron adoptados en forma temporal por familias obreras de ciudades del centro del país, mientras los sindicatos intentaban mantener viva la huelga en Schwager, Lota, Colico, Trongol y Lebu con casi 230 ollas comunes.

Los mineros, los mismos que en 1920 conquistaron la jornada laboral de ocho horas, luchaban porque dicha jornada de ocho horas fuera real y efectiva. La jornada conseguida en 1920 corría desde que el minero llegaba al frente de laboreo hasta que terminaba su labor productiva; sin embargo con el transcurso de las décadas el tiempo de llegada hasta el frente era cada vez mayor, especialmente en minas como Schwager donde los trabajadores podían demorar casi dos horas en entrar y salir de los piques.

Los mineros proponían una jornada de ocho horas, desde que bajaban al interior de la mina y recibían su lámpara de trabajo, hasta el momento en que la entregaban, antes de ser subidos al ascensor. Exigían también la instalación de duchas para bañarse después del trabajo, además de otros puntos domésticos diversos.

La huelga se perdió, pero la gesta de los mineros quedó en la retina de la sociedad y después de que el presidente Eduardo Frei Montalva reemplazara a Jorge Alessandri en La Moneda, se promulgó la ley de “Lámpara a Lámpara”, con votos a favor de la izquierda y de un amplio sector de la democracia cristiana que encabezó el senador Alberto Jerez. En la conquista de ese logro y de otros muchos, Carrillo tuvo un papel protagónico. Por eso, pocos años después, los viejos mineros, con sus rostros tiznados de carbón, apenas contenían las lágrimas cuando, a principios de 1971, el presidente Salvador Allende, desde una tribuna instalada en la  plaza principal, anunció la designación de Isidoro Carrillo como gerente general de las minas de Lota, luego que el 31 de diciembre de 1970, el mandatario socialista estatizara las empresas carboníferas de la región: Lota, Curanilahue, Trongol, Lebu y Schwager.

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